El arte ecl?ctico con el que so?aba la familia Carracci qued? finalmente plasmado en la obra de Rubens, con toda la facilidad del genio. Sin embargo, el problema era mucho m?s complicado para un hombre del norte, que deseaba a?adir una fusi?n de los esp?ritus flamenco y latino, algo cuya dificultad se hab?a reflejado en los intentos m?s bien pedantes del romanismo. Lo logr? sin perder nada de su desbordante personalidad, su inquieta imaginaci?n y los descubrimientos llenos de encanto del pintor con el mejor manejo del color que haya existido. Rubens, el gran maestro de la exuberancia de la pintura barroca, tom? del Renacimiento italiano lo que le fue ?til, y sobre ello construy? un estilo propio. Se le distingue por un maravilloso dominio de la forma humana y una riqueza sorprendente en sus colores espl?ndidamente iluminados. Fue un hombre de gran aplomo intelectual y estaba acostumbrado a la vida mundana, dado que viajaba de una corte a otra con gran pompa, como un enviado de confianza. Rubens fue uno de esos raros mortales que realmente son una honra para la humanidad. Era atractivo, bueno y generoso, y amaba la virtud. El trabajo era su vida, con cada cosa en su lugar. El creador de tantos magn?ficos festines paganos iba cada ma?ana a misa antes de dirigirse a su estudio. Fue la personificaci?n m?s ilustre de la felicidad perfectamente equilibrada con el genio, y combinaba en su persona la pasi?n y la ciencia, el fervor y la reflexi?n. Rubens sab?a expresar el drama al igual que la alegr?a, ya que nada humano le era ajeno y pod?a recrear a voluntad todo el patetismo y la expresi?n del color cuando lo necesitaba para sus obras maestras de temas religiosos. Podr?a decirse que fue tan prol?fico en la representaci?n de la alegr?a y la exuberancia de la vida como Miguel ?ngel en la representaci?n de emociones apasionadas.